Por: Cecilia Hernandez / Coordinadora del Area de Justicia de Genero ECORE
Llevo una semana en una comunidad al sur de Honduras, con clima caluroso y muchas particularidades culturales y sociales. Al entrar pude ver que casi nadie está tomando las medidas de bioseguridad, mi primera reacción fue de susto y algo de pánico, le conté a unx que otrx amigx...y me decían "les vale" "la gente es bien irresponsable" y cosas así, y no voy a mentir, lo mismo pensé los primeros días, porque claro, en la ciudad la percepción de crisis sanitaria es otra y el control de las masas por medio del pánico tiene escenarios diferentes.
Y los miedos son muchos, mencionaré algunos desde mi empírica relación con lo que he visto y conocido de esta comunidad.
1. Perder un ser querido: uno de los principales temores en torno a esta pandemia; pero nos encontramos con que la mayoría de familias de esta comunidad tienen entre uno y dos familiares en Estados Unidos y España, muchos de los migrantes no llegaron a su destino y los que sí, tienen años de no estar en su tierra.
2. Colapso del sistema de salud; bueno, acá la historia se cuenta sola, sabiendo que Honduras cuenta con un deficiente sistema de salud, y para credibilidad de pocos, hay situaciones peores a las que vemos en el H. E. o Mario Catarino, acá tenemos un escenario más desolador, sin medicamentos ni equipo, porque cuentan con un sistema descentralizado y olvidado.
3. Contagiarse y padecer síntomas; entre todas esas pláticas que he tenido, me he encontrado con historias desoladoras, con personas trabajando con mucho malestar, y es que no tienen de otra, no hay un sistema que les respalde y cuide.
4. Crisis económica: es cierto que esta situación ha venido afectar a la economía global, pero es en situaciones como esta donde arrecia la desigualdad y estas comunidades que se han acostumbrado a luchar desde el hambre y la necesidad, han tenido que engavetar el miedo, ese con el que han vivido toda su vida y ya no les domina, porque el hambre y la necesidad de trabajar es más fuerte.
5. No tener acceso a los recursos: muchas de nuestras comunidades viven en constante lucha contra aquellos que privatizan la vida y arrebatan los bienes comunes, los derechos no han sido ganados de nacimiento, sino que son resultado de sacrificios, despojos y dolor.
En las comunidades se siguen resistiendo desde la alegría y la fe, esa que les ha dado lo que este sistema injusto les arrebató: LA ESPERANZA.
Sigo pensando que es es necesario cuidarse y ser precavidx, pero si a esas no vamos; no es seguro caminar dos horas y cruzar un río para ir a la escuela, no es seguro ir a lavar al río porque no llega agua a tu casa, tampoco es seguro ir en un carro pick up con 11 personas más; pero aún así lo hacen porque NO HAY OPCIÓN.
Así que antes de tachar de irresponsables y criticar desde un puesto diferente, reflexionemos quienes son lxs verdaderos responsables y qué trechos hay que trazar para reducir esos escenarios tan trágicos para unxs, pero tan privilegiados para otrxs.
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